Creative Bio: Rick Rubin

No es un nombre ampliamente conocido o que en resuene lo suficiente en la historia de la música, pero nadie ha hecho tanto por la música como él; es un legendario productor, destacado por su confianza en su buen gusto y creatividad.

Nació en Long Island, Nueva York, el 10 de marzo de 1963, en una familia de clase media, con un padre zapatero y una madre que se desempeñaba como ama de casa. Desde niño, comenzó a interesarse por la música, por los discos de AC/DC y Aerosmith, y por la creciente escena del punk. Aprendió algunos acordes de guitarra con su profesor de su escuela secundaria. A los 14 años, el pequeño Rick sufría de fuertes dolores en su cuello, y sus padres lo llevaron donde un médico que lo diagnosticó con estrés y le recomendó algo de meditación. El muchacho siguió las recomendaciones y aprendió sobre la meditación trascendental, práctica que más adelante sería una gran herramienta para él.

Poco después, junto a sus amigos del colegio formó la agrupación de punk The Pricks, y con ellos alcanzó a presentarse en el legendario CBGB, donde tocaron solo dos canciones porque aparentemente se pelearon con el público. La agrupación giró por Nueva York y California, conociendo a bandas como Circle Jerks, Minor Threat y Fugazi. No fue sino hasta 1984 cuando descubrió su verdadera pasión: el hip hop. Haberlo descubierto le voló por completo la cabeza y lo hizo perder el gusto por el punk, acabando con The Pricks en ese mismo año. Para ese momento, había entrado a la facultad de filosofía en la Universidad de Nueva York, pero el hip hop lo distraería de sus objetivos académicos. Le encantaba lo novedoso del género y lo ingeniosos que eran los raperos para innovar en cada sencillo. Para él era “crudo, poético y personal”, y cada noche iba a los bares y clubes de hip hop para seguir conociendo la escena. En ese momento, era el único chico blanco que asistía a estos lugares.

Iba a estos sitios y escuchaba algo espectacular, luego compraba el álbum y no se parecía nada a lo que había visto en vivo”, dijo. Esta hambre insaciable le llevó a hacer discos que tradujeran la intensidad de un concierto en el ambiente controlado de un estudio. “El objetivo de hacer discos en esa época era como la labor de un historiador”, agrega. DJ Jazzy Jay fue uno de sus primeros amigos de la escena y le recomendaba nuevos artistas para que estuviera al tanto de lo que sucedía en las profundidades del hip hop neoyorquino a comienzos de los 80.

Para él, la parte esencial de un conjunto de rap no era el MC, sino el DJ. Las bases y los beats lo movían profundamente; por eso es que en el logotipo de Def Jam Recordings sobresalen las letras D y J. Poco a poco fue aprendiendo a producir y distribuir sus sencillos y colecciones de canciones. La habitación 712 del dormitorio Weinstein, donde dormía, se convertiría en el primer intento de crear un sello discográfico. Movió su cama, juntó dos mesas y encima puso algunos equipos que había conseguido con un préstamo de cinco mil dólares por parte de sus padres: un par de parlantes, cables, una máquina de ritmos y una grabadora de cuatro canales.

Su primer sencillo como productor fue ‘It’s Yours’, una colaboración entre Jazzy Jay y T La Rock. El tema adquirió tanta popularidad que llegó a oídos de Russel Simmons, quien luego sería cofundador de Def Jam Recordings. “Nunca conocí a alguien tan enfocado. Tenía esa actitud de ‘hazlo tú mismo’, sabía lo que quería, y no tenía miedo de fallar”, le dijo a Adam Dubin, compañero de Rubin en la NYU, a Rolling Stone en 2014.

Para entonces, Russel Simmons ya estaba metido en la industria musical como mánager de gente como Run-DMC, y tenía conocimientos que Rick no había adquirido aún. “Rick me impactó mucho. Era blanco y tenía su máquina de ritmos llena de éxitos. Su talento era fuera de lo común”, expresó Simmons. Solo fue cuestión de tiempo para que Def Jam Recordings y sus producciones comenzaran a llamar la atención. Rick instaló un centro de distribución de vinilos y cintas en la universidad. Las cajas llenas de sencillos llegaban hasta el techo, y la demanda crecía como nunca lo habían imaginado, repartiendo discos por todo Estados Unidos.

Para finales de 1984, Rubin y Simmons ya eran conocidos en la escena underground del hip hop neoyorquino, y ‘I Need a Beat’ de L.L. Cool J alcanzaría a vender 120,000 copias. Este sencillo fue producido por Rick y Adam Horovitz, que ya era popular por su primer EP Cooky Puss, junto a los Beastie Boys. Poco después, el trío neoyorquino estaba en boca de todos cuando ‘Rock Hard’ salió a la luz y mostró el rumbo que tomaría DJR en los años venideros.

El sonido y el estilo de las producciones de Rubin y Simmons llamaron la atención de las grandes disqueras, en especial la de CBS o Columbia Records, quienes les ofrecieron un contrato de $600,000 dólares para formar parte de la discográfica.

Al estar amparados por una gran disquera, sus posibilidades eran ilimitadas. Mientras que las otras compañías operaban como bancos que prestaban el dinero con el que se hacía un disco y luego buscaban a toda costa recuperar lo invertido, a Rick y compañía poco les importaba eso. Su prioridad era la calidad musical y la experiencia del consumidor al escuchar sus producciones. Durante su tiempo en Def Jam, publicó algunos discos que cambiarían por completo la historia del hip hop, como Raising Hell de Run-DMC o License to Ill de los Beastie Boys, en el que combinaba los tres géneros favoritos del productor: rap, rock y metal en un solo disco. Este último se convirtió en el primer LP de hip hop en ocupar el Número Uno en las listas de Billboard. A Def Jam le debemos lo que ocurrió con Run-DMC y Aerosmith, ‘Walk This Way’, y todo lo que eso trajo.

En 1988, las cosas con Russell Simmons no iban muy bien. Su sociedad se había ido deteriorando y Rick le dijo que serían mejores amigos que socios. Simmons no tomó las cosas bien y dijo que se quería quedar en la empresa, así que Rubin dejó la discográfica por el bien de los dos. Semanas después se mudó a Los Ángeles, donde comenzó un nuevo proyecto: Def American Recordings. Allí siguió creando música junto a Slayer, y comenzó a trabajar con artistas como Glenn Danzig, Johnny Cash y The Black Crowes.

La verdadera filosofía de trabajo de Rick Rubin (por la cual hoy en día es reconocido) surgió en 1991, trabajando con los Red Hot Chili Peppers en su álbum Blood Sugar Sex Magik. Entendió que la banda podía llevar el rock & roll más allá de sus fronteras sí él lograba romper los imaginarios de cada integrante al meditar antes de las sesiones. “Cada vez que llegaba al estudio, el ambiente cambiaba por completo, no llegaba a conectar cables y presionar botones. Simplemente nos metía en una habitación y nos animaba a tocar la mejor música que se nos ocurriera”, dice Flea. La relación entre la banda y el productor los llevó a crear posteriormente álbumes como One Hot Minute, Californication y By The Way, marcando por completo la música de los 90 y comienzos de los 2000.

En 2005 afrontó el reto de conseguir que Shakira sonase en las radios americanas. Juntos firmaron Fijación Oral y Oral Fixation. “La Tortura” sonó desde San Francisco hasta Moscú. Desde ese momento, las nominaciones a premios como los Grammy comenzaron a llegar por montones. Sus trabajos con Tom Petty, Johnny Cash, Jay Z y Shakira fueron reconocidos, y en 2007 conseguiría el gramófono por Disco y Canción del Año con Not Ready To Make Nice de Dixie Chicks. Al año siguiente, ganó el premio con Stadium Arcadium de los Chili Peppers como Mejor Álbum Rock y en 2009 recibió el reconocimiento al Productor del Año.

Para 2016, fue honrado con el Premio al Mérito del Presidente de la Academia de Grabación durante el evento anual de la Semana GRAMMY de Producers & Engineers Wing, en reconocimiento a su excelencia creativa y sonora y su apoyo continuo al arte y la artesanía de la música grabada.

La cantidad de créditos que tiene es inimaginable, a lo largo de su carrera ha trabajado con estrellas como System of a Down, Eminem, Adele, Linkin Park, Ed Sheeran, The Strokes, Imagine Dragons, Lady Gaga, Lana del Rey y Metallica, por nombrar algunos.

Además sin importarle las críticas, Rick se mueve por la música como un marinero guiado por las señales del mar y el cielo. El buen gusto, en la mayoría de los casos, es su primer instrumento de navegación, mientras busca lo mejor de cada artista al someterlos a procesos poco ortodoxos y sacarlos por completo de su zona de confort. Su trabajo es escuchar y aconsejar, él sabe lo que le gusta y sabe perfectamente lo que le gustará a los demás.

Trabajar junto a épuede ser una experiencia catártica para muchos artistas, al entender que pondrá el dedo en la llaga para revivir sus emociones y las transformará en algo bello y honesto. “Rick nos dijo que diéramos el 100 %. Me apartaba a un lado y me decía: ‘¿En qué estabas pensando cuando escribiste esta canción?’. Me decía que no me contuviera en absoluto y canalizara cómo me sentía”, dijo Dan Reynolds de Imagine Dragons sobre su trabajo en ‘Cutthroat’. “Él no es un productor, es un reductor”, le dijo Kanye West a Zane Lowe en 2013.

En una charla que tuvo lugar en el programa «60 Minutes» , en el que Rick reconoció que no sabe tocar ningún instrumento y que no sabe nada de teoría musical; pero claro que todo esto tiene una justificación: Rick reconoce que se deja llevar por su intuición en todo momento. Estas han sido las palabras exactas del histórico productor:

“Sé lo que me gusta y sé lo que no me gusta, y soy bastante contundente con lo que me gusta y lo que no.”

De ese modo, cuando al productor se le preguntó que entonces por qué le pagan, fue así de claro y conciso:

“Por la confianza que tengo en mi propio gusto musical y que mi habilidad para expresar lo que siento ha sido una ayuda constatada por los artistas.”

Ahora, escarba las mentes de sus clientes desde su estudio Shangri-La, sobre una colina que mira a la playa en Malibú. Ese es su santuario, un lugar minimalista donde el objetivo solo es uno: hacer la mejor música posible. En el patio descansa el famoso bus que llevó a Bruce Springsteen por todo Estados Unidos en incontables giras, y en su interior se ha instalado un estudio.

Hoy no se sienta detrás de la consola, desde un sofá dirige a los músicos. Con una larga barba y un par de shorts, va por la vida dejando éxitos y grandes álbumes. Con su disposición de gurú y un sentido de producción y visión único, sus producciones se caracterizan por ser honestas, crudas y viscerales. Con su carácter tranquilo y sereno ha afrontado todos los obstáculos que le ha lanzado la industria del entretenimiento.

Y sabe que, creyendo fielmente en su instinto, el mejor disco es el que está por venir; además publicó su primer libro “The Creative Act: A way of being”, un libro en el que intenciona a los demás a la creatividad en todo ámbito. En este buscó «destilar la información del tipo de cosas que ocurren en el estudio, y compartirla de forma que fuera útil para alguien más». “No quería que contara ninguna experiencia mía. Quería que fuera más bien una meditación filosófica sobre la creatividad. Quería un libro que se pudiera coger en cualquier sitio, abrir cualquier página y obtener información útil”, así que no podemos dejarlo pasar desapercibido.